El colapso de bancos durante la segunda semana de marzo de 2023 alertó sobre posibles vulnerabilidades en el sistema financiero internacional, obligando a las autoridades monetarias y financieras a actuar drásticamente para proteger la confianza en el sistema y evitar una crisis de mayores proporciones. El 10 de marzo colapsó el Silicon Valley Bank de California, luego de enfrentar una corrida de depósitos de US$42,000 millones en un día; el 12 de marzo cayó el Signature Bank de Nueva York; el 16 de marzo el Credit Swiss Bank de Suiza, y el First Republic Bank, con base en San Francisco.
Surge la pregunta, si estas quiebras son el resultado de la gestión particular de cada banco en combinación con otros factores o si es el reflejo de una crisis sistémica por venir, con graves consecuencias para la economía mundial.
Pareciera ser que la respuesta se inclina a la primera posibilidad. Drew Desilver, de Pew Research Center, destaca que desde la creación de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) en los años 30, las crisis bancarias se concentraron alrededor de dos crisis: la de ahorros y préstamos (años 80 y 90); entre 1980 y 1995, fallaron más de 2,900 bancos. Y, la crisis financiera global de 2008, entre 2007 y 2014 cuando fallaron más de 500 bancos, incluyendo la quiebra más grande, Washington Mutual, que colapsó en septiembre de 2008. Fuera de estos períodos, las fallas de bancos en Estados Unidos no han sido tan comunes. Se menciona, también, que la regulación financiera en la actualidad es más exigente en términos de requisitos de capital y de liquidez, y de pruebas de estrés, por lo cual se espera que, por el momento, se mantenga la calma en los mercados financieros, y que el 1 de mayo del corriente año, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) presentará un informe, que seguramente implicará mejoras para corregir las fallas de estos episodios más recientes.
Adicionalmente, la FED, en su más reciente reunión continuó aumentando la tasa de interés de referencia, aunque a un menor ritmo que el esperado, para reiterar que su objetivo principal continúa siendo el combate a la inflación; y se espera una medida similar para su próxima reunión en mayo. Tanto estas medidas, como los episodios bancarios más recientes, implican que las restricciones al crédito van a continuar; de hecho, durante las últimas semanas, los préstamos de los bancos comerciales en Estados Unidos han tenido la caída más grande en dólares desde 1973, y en porcentajes desde 2009, según Peter Coy, del New York Times.
Para un país dolarizado, pequeño y en desarrollo como El Salvador, esto implica que el acceso al crédito internacional podría limitarse y encarecerse, lo cual sería un freno a la inversión. La activación de un plan de consolidación fiscal de mediano plazo ayudaría a reducir los costos de la deuda y devolver sostenibilidad a las finanzas públicas.