Editorial publicado en la revista www.eleconomista.net en su edición de mayo 2024.
En el complejo entorno económico actual, la tasa de interés
emerge como un factor crítico que define el costo del dinero a lo largo del
tiempo. Este precio no es solo crucial para individuos que gestionan deudas o
consideran nuevas inversiones, como la compra de una vivienda o la expansión de
un negocio, sino también para las empresas que planifican sus inversiones
futuras. Por lo tanto, fluctuaciones en la tasa de interés tienen un impacto
significativo en la economía.
Específicamente, en economías abiertas como El Salvador, las tasas de interés domésticas están estrechamente vinculadas a las internacionales, principalmente las de Estados Unidos debido a su fuerte conexión económica con nuestro país. Recientemente, se ha observado con atención las expectativas de cambio en la tasa de interés determinada por la Reserva Federal de EE. UU., la cual enfrenta el desafío de combatir la inflación y mantener bajas las tasas de desempleo. A pesar de las expectativas de reducción de la tasa de interés en la segunda mitad de 2024, la inflación en EE. UU. se ha mantenido por encima del 3% en los primeros meses del año, con una economía que crece a buen ritmo y un desempleo históricamente bajo. Esto sugiere que la anticipada reducción de las tasas de interés podría tardar más de lo previsto.
Desde finales del siglo XX hasta 2019, la inflación global
se mantuvo extraordinariamente baja. Sin embargo, el aumento reciente,
impulsado por factores como el COVID-19, la invasión rusa a Ucrania y sus
efectos en el precio del petróleo, y las restricciones en las cadenas de
suministro, no fue inicialmente contrarrestado con incrementos en las tasas de
interés. Esto resultó en una inflación persistente y elevada, que solo comenzó
a disminuir después de que los principales bancos centrales, incluido EE. UU.,
elevaran las tasas a más del 5.25%.
Ante la persistencia de una inflación alrededor del 3%, se
cuestiona la efectividad de las políticas monetarias actuales. Los cambios en
la dinámica económica, junto con políticas fiscales expansivas en EE. UU., como
la Inflation Reduction Act y la CHIPS Act, añaden complejidad al panorama. La
posible formación de nuevas burbujas económicas y el sobrecalentamiento del mercado
laboral son riesgos adicionales que podrían agravar la inflación si las tasas
de interés se reducen prematuramente.
La coyuntura actual exige una evaluación cautelosa sobre si
es prudente o no reducir las tasas de interés. Cualquier decisión anticipada
podría verse influenciada tanto por condiciones temporales, como la fluctuación
en el precio del petróleo, como por la necesidad de mantener la estabilidad de
precios a largo plazo. Considerar el impacto político de tales decisiones,
especialmente en un año electoral en EE. UU., añade otro nivel de complejidad.
Por estas razones, la tan esperada baja en las tasas interés para el segundo
semestre de esta año, probablemente tendrán que esperar un tiempo mayor.