Editorial publicado en la eleconomista.net edición enero 2025.
La inflación anual de El Salvador cerró 2024 con un modesto 0.3%, una cifra que ofrece un respiro significativo tras el periodo de inflación alta entre 2021 y 2023, que alcanzó un máximo de 7.8% en junio de 2022. Sin embargo, al tratarse de una economía dolarizada y altamente abierta al comercio internacional, la evolución de la inflación local está intrínsecamente ligada con la política monetaria de Estados Unidos. Esto plantea una pregunta crucial: ¿es este alivio inflacionario un logro sostenible o un fenómeno temporal?
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el descenso global de la inflación sin desencadenar una recesión es digno de reconocimiento. Sin embargo, su informe de Perspectivas de la economía mundial de octubre de 2024, advierte que consolidar este progreso requiere ajustes en tres frentes: tasas de interés, políticas fiscales y crecimiento económico.
1. Las tasas de interés: La reducción reciente de las tasas sugiere que los bancos centrales están confiados en que la meta inflacionaria está cerca. No obstante, este optimismo se basa en supuestos frágiles: que la inflación estructural convergerá con los objetivos establecidos, que los conflictos internacionales no perturbarán los suministros clave y que las expectativas inflacionarias permanecen ancladas. Cualquier disrupción podría revertir esta tendencia y obligar a nuevos aumentos de las tasas.
2. La política fiscal: Tras los esfuerzos expansivos por la pandemia, el retorno a una disciplina fiscal es esencial. Sin embargo, esto enfrenta obstáculos significativos, como la promesa de recortes tributarios en Estados Unidos y otros compromisos fiscales, que probablemente incrementen los déficits. Como señala Stephen D. King en su libro We Need to Talk About Inflation, la interdependencia entre política monetaria y fiscal es ahora más pronunciada por tres razones: (a) la "expansión cuantitativa" desde 2008 fusionó ambas políticas; (b) la falta de una política fiscal unificada en la eurozona debilitó la independencia del Banco Central Europeo; y (c) la teoría monetaria moderna (TMM) sostiene que los gobiernos pueden imprimir dinero para cubrir déficits, desafiando el pensamiento macroeconómico tradicional y los riesgos inflacionarios asociados.
3. Políticas para el crecimiento: El único camino sostenible para fortalecer la resiliencia fiscal y enfrentar retos estructurales, como el envejecimiento poblacional o la transición climática, es fomentar el crecimiento económico y la productividad. Sin embargo, muchas economías están optando por medidas proteccionistas y de seguridad nacional, que podrían desencadenar guerras comerciales y limitar el crecimiento a largo plazo.
Conclusión: Aunque los indicadores recientes apuntan a una inflación bajo control, el panorama está lejos de ser definitivo. La confluencia de factores geopolíticos, fragilidades estructurales y respuestas políticas insuficientes sugieren que el riesgo de un repunte inflacionario no está descartado. Para economías como la salvadoreña, esto implica la necesidad de mantener estrategias flexibles y prudentes, preparándose para un escenario de inflación recurrente en un futuro cercano