*Un blog del Departamento de Estudios Económicos
Originalmente publicado en El Economista (edición febrero-marzo 2021)
La pandemia del COVID-19 en 2021 fue el factor dominante en todo el mundo, llevando la economía global a una caída de 3.5%, con recesiones en la gran mayoría de países, en adición al impacto directo del COVID-19 en la salud de la población, con un elevado precio en términos de vidas. La rápida creación de varias vacunas para inmunizar a la población ha generado expectativas positivas para 2021; sin embargo, la producción, distribución y vacunación para alcanzar “la inmunidad de rebaño” en la población, es una tarea titánica que está demostrando alrededor del mundo que tomará tiempo para lograr la meta. ¿Qué le depara a la economía de El Salvador en estas circunstancias?
La tarea de llevar la vacuna para COVID-19 a todo el mundo, pone en evidencia las desigualdades que existen entre países; en un artículo de la revista The Economist se proyecta que, hacia finales de 2021 solamente Estados Unidos, y los países de Europa Occidental, y un par de excepciones, habrán alcanzado la meta. Por otra parte, un grupo de 30 países lo logrará a mediados de 2022, 37 a finales de 2022, y 84 países a comienzos de 2023. El Salvador se encuentra entre los países que podrían alcanzar “la inmunidad de rebaño” a finales de 2022. Esto implica que el COVID-19 seguirá golpeando a la población salvadoreña en 2021, y se mantendrán esfuerzos por guardar el distanciamiento social, y reducir la movilidad.
Otro fenómeno que afecta el desempeño local de la economía a inicios de 2021 son las elecciones para alcaldes y diputados que se realizarán el 28 de febrero, contribuyendo a un clima de incertidumbre, al generar tensión en los primeros dos meses del año, y luego un período de transición de dos meses más, hasta que tome posesión la nueva legislatura y las municipalidades. Esto significa que al menos durante un tercio del año se mantendrá una atmósfera de alta incertidumbre, que limita las decisiones para invertir y creación de nuevos empleos.
La crisis de 2020 también tuvo un impacto severo sobre las ya frágiles finanzas públicas, terminando con un déficit fiscal récord de 10% del PIB en 2020, y una deuda de casi 89% del PIB. Al 15 de febrero, la deuda de corto plazo (LETES y CETES) llegó a US$2,067 millones, reflejando el estrés financiero del Estado. Adicionalmente los Órganos Ejecutivo y Legislativo aprobaron el presupuesto 2021 que conlleva un déficit fiscal de US$3,030 millones, y que, además, es inconstitucional por la omisión de gastos, sobrestimación de ingresos, e insuficiencia en el financiamiento, implicando la imposibilidad de su ejecución a lo largo del año, lo que añade aún más incertidumbre, deterioro en la calificación de riesgo país, e incremento de la tasa de interés.
Con este panorama, el primer semestre de 2021 estará cargado de dificultades, las cuales, hasta el momento, son amortiguadas por el fuerte incremento en el flujo de remesas familiares desde junio de 2020 hasta enero de 2021. Para que el país pueda iniciar un despegue sostenido a partir del segundo semestre, la vacunación debe avanzar más veloz; y muy importante será que los diversos actores relevantes lleguen a un acuerdo para crear un clima de inversión positivo, reactivar el crecimiento, y realizar una corrección fiscal; de lo contrario, El Salvador enfrentará una segunda recesión.