Por Flor de Mendoza, Directora del Laboratorio de FUSADES


El cuidado del medio ambiente es una responsabilidad compartida que debemos interiorizar todos, y que comienza con acciones individuales. Aunque los problemas ambientales que aquejan al mundo de hoy, como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, parecen desafíos globales que requieren soluciones a gran escala; cada persona puede contribuir significativamente desde su entorno inmediato. A través de pequeños cambios en los hábitos diarios, podemos generar un impacto positivo y duradero en nuestro metro cuadrado, nuestro país y el planeta.

Una de las formas más efectivas de contribuir es reduciendo el consumo de recursos. Esto incluye el uso responsable del agua y la energía. Acciones sencillas como cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, reparar fugas de agua, utilizar electrodomésticos eficientes y apagar luces innecesarias, son acciones simples que reducen el desperdicio. Además, optar por fuentes de energía renovable como paneles solares, cuando sea posible, también representa un gran paso hacia un estilo de vida más sostenible.

El manejo adecuado de los residuos es otro aspecto de gran importancia. Separar la basura, reciclar materiales como papel, vidrio y plástico, y reutilizar objetos antes de desecharlos ayuda a disminuir la cantidad de desechos que terminan en vertederos o en el océano. Aunque pensemos que en nuestro país aún no tiene relevancia separar la basura, existen ya algunas alternativas de reciclaje, en papel, aluminio, vidrio y desechos electrónicos. Conocer estas alternativas y aplicar los conceptos de reciclaje pueden ser de gran impacto en nuestro país.

También es importante reducir el uso de productos desechables, especialmente los plásticos de un solo uso, y preferir alternativas reutilizables como tazas y botellas de agua, bolsas de tela y utensilios reutilizables.

La movilidad sostenible es otra área donde podemos marcar la diferencia. Preferir caminar, usar la bicicleta o el transporte público como alternativas al automóvil particular no solo reduce las emisiones de gases contaminantes, sino que también mejora la calidad del aire y disminuye el tráfico. A lo mejor en nuestro país aún estas alternativas no son tan viables, pero si el uso del automóvil es necesario, compartir viajes puede ser una opción más ecológica.

La alimentación también juega un papel importante en el cuidado ambiental. Adoptar una dieta basada en productos locales, de temporada y con menor impacto ambiental, como frutas, verduras y legumbres, contribuye a reducir la huella de carbono. Disminuir el consumo de carne y productos procesados, así como evitar el desperdicio de alimentos, son prácticas que benefician tanto al planeta como a nuestra salud.

Además, es fundamental fomentar la educación ambiental y el compromiso ciudadano desde la infancia. Informarse, compartir conocimientos y participar en actividades comunitarias como jornadas de limpieza, reforestación o campañas de concientización fortalece el sentido de responsabilidad colectiva. Cada acción cuenta, y al inspirar a otros a actuar, multiplicamos el efecto positivo.

En resumen, el cuidado del medio ambiente comienza con decisiones y acciones cotidianas. Aunque nuestras acciones individuales puedan parecer pequeñas, su impacto acumulativo es enorme. Adoptar un estilo de vida más consciente y respetuoso con la naturaleza no solo protege el planeta, sino que también mejora nuestra calidad de vida y la de las futuras generaciones. El cambio está en nuestras manos, y cada paso cuenta.

En el Laboratorio de FUSADES contribuimos al cuidado del medio ambiente con servicios para la verificación de calidad de agua y alimentos, pero también con evaluaciones de calidad microbiológica del aire en hogares y oficinas, así como la presencia de material particulado en el aire. Si tiene interés en algún servicio específico no dude en consultar al correo laboratorio@fusades.org o llamas al 2248-5681. Será un gusto trabajar juntos para cuidar de nuestro país y sus ciudadanos.