*Un blog de Gabriela Góchez
Investigadora del Departamento de Estudios Sociales
La pandemia y la respuesta a esta expone la primera infancia a afectaciones en su desarrollo, sobre todo la que vive en vulnerabilidad. Los impactos en el sustento económico familiar y las limitaciones en la provisión y el uso de algunos servicios podrían estar dejando las necesidades de los pequeños en segundo plano. Ciertamente, en un país desigual con privaciones estructurales, las capacidades de los hogares para enfrentar la crisis son distintas. Muchos no tienen los recursos necesarios para no descuidar el desarrollo infantil temprano y tienen condiciones en la vivienda que vuelven difícil absorber estas actividades en casa, como lo exige la pandemia. En concreto, se esperan impactos en el corto, mediano y largo plazo, los cuales agravan el cuido, aprendizaje, salud, alimentación y protección de niñas y niños de 0 a 8 años.
En primer lugar, con el cierre de los centros de cuidado y educación, algunos niños enfrentan rezagos educativos importantes por falta de tiempo y habilidades de los padres, ausencia de herramientas en el hogar y competencias digitales insuficientes de los docentes. Otros pueden estar en abandono o verse obligados a asumir tareas domésticas y de cuido. Según una encuesta realizada a 3,246 docentes por el Ministerio de Educación, Banco Interamericano de Desarrollo y Poverty Action, 68% detectó falta de tiempo en los padres para conectarse a la plataforma virtual habilitada y ayudar a sus hijos. Asimismo, los datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2019 advierten que los hogares donde vive la primera infancia enfrentan problemáticas de hacinamiento y falta de acceso a servicios básicos y herramientas digitales. Al menos siete de cada diez no tienen radio, internet o computadora.
En segundo lugar, el sistema biológico y la nutrición de la primera infancia podrían estar en riesgo. Ante las interrupciones de algunos servicios de salud durante la cuarentena nacional, el Ministerio de Salud registró una reducción promedio de 67% en los controles infantiles y de 45% en ciertas vacunas de menores de un año, en comparación con los registros del año anterior. Asimismo, expertos señalan que algunas niñas y niños pueden caer en inseguridad alimentaria o ver exacerbada su condición preexistente. También reconocen efectos psicológicos (estrés, ansiedad, miedo, etc.), los cuales, de no atenderse oportunamente, pueden convertirse en estrés tóxico, el que perjudica todas las áreas de desarrollo infantil temprano y, particularmente en los menores de 3 años, la estructura y el funcionamiento de su cerebro.
En tercer lugar, la primera infancia puede estar expuesta a vulneraciones de sus derechos. La pandemia ha reducido los factores de protección a su alrededor. Maestros han perdido el espacio de interacción en los cuales pueden detectar abusos en el hogar, por ejemplo. Instituciones protectoras podrían haber restringido el acceso a sus servicios durante la cuarentena. El Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CONNA) registró una reducción promedio de 42% en las denuncias de vulneraciones de derechos contra niñas y niños de 0 a 8 años, en comparación con los registros del año anterior. No obstante, no hay información suficiente para determinar la causalidad. Por otra parte, el estrés, la incertidumbre y el miedo al virus pueden desencadenar interacciones negativas y violentas.
Claramente, los impactos de la crisis en la primera infancia pueden variar según las condiciones socioeconómicas del hogar, las pautas de crianza, el acceso a servicios sociales y de protección y el apoyo comunitario e institucional disponible. Por tanto, no descuidar el desarrollo infantil temprano va más allá de la capacidad familiar. También es responsabilidad del gobierno, en coordinación con otros actores e instituciones, impulsar acciones que ayuden a igualar las oportunidades de desarrollo y generar bienestar desde una edad temprana. En la medida que se contrarresten, de manera articulada, los factores que refuerzan, tanto las privaciones estructurales, como los impactos de la crisis, se avanza hacia una sociedad más equitativa, cohesionada y próspera.
Nota: Se amplía más sobre esto en el Informe de Coyuntura Social 2019-2020, el cual está disponible en: