La evidencia internacional muestra que los países que más crecen y generan bienestar son aquellos que son más competitivos, y para lograrlo se han enfocado en aumentar la productividad, a través de avanzar en la transformación digital y la Cuarta Revolución Industrial.
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El Salvador cayó en su recesión más profunda en 2020, desde los Acuerdos de Paz, y es una de las economía de la región que muestra mayor contracción. A octubre de ese año se habían perdido 45,003 empleos formales respecto a febrero, y durante el año ingresaron 55,000 jóvenes a buscar empleo; por lo cual la demanda total de empleo es de más de 100,000 puestos, una brecha insatisfecha no observada durante varias décadas.
En El Salvador, de acuerdo con cifras oficiales, el COVID-19 ha contagiado a 52,388 personas y han fallecido 1,530 (al 21 de enero de 2021), aunque las alcaldías reportaron en su momento casi tres veces más personas enterradas con protocolo COVID-19, mostrando un impacto más completo del sufrimiento familiar causado por la pandemia.
El crecimiento económico de El Salvador en 2020 se contraerá, de acuerdo con FUSADES en -7.2%, y el Banco Central de Reserva (BCR) lo calcula entre -7.0% y -8.5%; lo cual fue explicado por una de las cuarentenas más largas en la región, que se combinó con un aumento de la incertidumbre económica, debido a la vulneración a la institucionalidad democrática, el clima electoral y la corrupción. Para 2021, la recuperación proyectada será moderada así, para FUSADES, entre -0.6% a 4.0%, y BCR entre 3.5% a 4.0%, lo cual no logra compensar la enorme caída del año pasado, y de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2022 se retornaría al nivel de producción de 2019. Este contexto extraordinariamente difícil, ha implicado un incremento de la pobreza, la quiebra de muchas empresas, varios negocios que continuaron operando tuvieron que reducir el personal, otros detuvieron las inversiones, y la mayoría se enfocaron en reducir los costos operativos para evitar el cierre.
Es muy importante conocer las respuestas a las siguientes interrogantes:
- ¿Qué debemos hacer para que El Salvador crezca más rápido y con mayor productividad?
- ¿Cómo debemos hacerlo para lograr un mayor empleo, producción y bienestar, en el contexto de una economía global?
La evidencia internacional muestra que los países que más crecen y generan bienestar son aquellos que son más competitivos, y para lograrlo se han enfocado en aumentar la productividad, a través de avanzar en la transformación digital y la Cuarta Revolución Industrial (4RI). Su enfoque se ha centrado en preparar su capital humano, desarrollar las capacidades para innovar, bajo un ambiente de cooperación entre gobierno, sector productivo y académico. De cara a estos desafíos, El Salvador enfrenta grandes brechas que estaban previas a la pandemia y que provocaban que el país creciera en promedio 2.5% en la última década; esta situación permite plantear un sentido de urgencia en implementar mejores políticas públicas en los pilares de la competitividad. A continuación, se presenta un breve resumen del análisis de la Encuesta de Competitividad Empresarial (ECE).
1. El Salvador acrecienta sus brechas con las mejores prácticas internacionales
- La competitividad del país ha caído a la posición 103 de 140 naciones (IGC, WEF 2019) , y retrocedió 55 puestos en 16 años. Esto se tradujo en bajo crecimiento (2.1% en la última década) e insuficiente generación de empleo.
- El clima para hacer negocios cayó al lugar 91 (Doing Business, 2020), con retrocesos en permisos para la construcción en la posición 168, protección de inversionistas minoritarios 140, apertura de negocios 148, y cumplimiento de contratos 126.
- El acceso a Internet de banda ancha en celulares es bajo con 54.5% y Costa Rica 97.4%; en computadoras 15.7% y Costa Rica 47% (UIT, 2020).
- El 75% de las actividades laborales del país, enfrentan alto riesgo de desaparecer ante el avance de la automatización y digitalización de procesos (BID, 2018). El desempeño logístico bajó al lugar 101, siendo el subíndice de aduanas el que más cayó (lugar 120) (BM, 2018). El Salvador debe moverse a ser centro logístico; es un país pequeño pero ágil.
2. La profundidad de la caída vuelve urgente una recuperación veloz
- La proyección de aumento de la pobreza será de 6.5% (de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), siendo de las más altas en la región; y FUSADES estima una disminución de 10%, afectando a la clase media e ingresos medios bajos.
- El empleo formal disminuyó 45,003 plazas respecto a febrero; pero en el año ingresarán 55,000 personas a buscar empleo; será el año con mayor insatisfacción laboral.Por la pandemia, el 93% de estudiantes del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS) continuó estudiando, principalmente por smartphone (73%); es interesante mencionar que 63% considera que aprendieron menos que en tiempos normales (Cómo Vamos, octubre de 2020).
3. Propuestas para mejorar los pilares de competitividad
- Agilizar la transformación digital. No estábamos preparados en 2019, ya que solamente el 58.9% de las empresas disponía de página web, y el 14.9%brindaba el servicio de pago en línea. Factores que pueden explicar este fenómeno es la baja cobertura de Internet en el país, y el lento avance de la legislación digital que desincentiva el uso de la plataforma (firma electrónica, protección de datos, seguridad digital, inclusión digital universal, entre otros).
La pandemia no aceleró la transformación digital, ya que solamente el 14% de las empresas desarrolló nueva plataforma para vender en línea, y 9% habían invertido en teletrabajo hasta octubre (CAMARASAL, octubre de 2020).
Es clave reimpulsar la Estrategia Nacional Digital, incluyendo al sector académico y productivo en una Comisión Nacional, para establecer prioridades en programas para desarrollar las habilidades, aumentar el acceso, legislación, y aunar los esfuerzos coordinados de todos los actores. La Secretaría de Innovación ha implementado proyectos digitales en el ámbito público (educación, identidad digital), pero deben incluirse el sector empresarial y académico.
- Desarrollar la capacidad de exportar, ya que estas se redujeron en US$913 millones en 2020, respecto al año previo, y 170 empresas dejaron de exportar. Los exportadores han señalado que les afectan los altos costos de operación, poca capacitación del recurso humano, y tecnologías no apropiadas.
Las acciones deberían enfocarse en apoyar la asistencia a ferias de productos y rondas de negocios internacionales, apoyar la capacitación para implementar normas de calidad, promover la diversificación de productos y la integración de las cadenas de valor. Una oportunidad que abre la pandemia es la mayor demanda por nearshoring; El Salvador debe diseñar e implementar una estrategia para que las empresas existentes lo aprovechen y nuevas cadenas productivas se instalen como proveedoras, principalmente para Estados Unidos.
- Aumentar la capacidad de innovación empresarial. En el ranking global de innovación (2020) el país ocupó la posición 108, solo superando a Nicaragua (120) en Centroamérica. La mitad de las industrias realizan innovaciones, el 92% las financiaron con fondos propios; de las empresas que conocen FONDEPRO un 20% recibió apoyo, y de PROINNOVA-FUSADES 10%.
Se deben aumentar los recursos de apoyo a la innovación para poder competir globalmente, las áreas señaladas por las industrias para priorizar programas de apoyo son: desarrollar nuevos productos y servicios, mejorar los procesos ya existentes, mejorar significativamente los actuales bienes y servicios, desarrollar nuevos procesos, apoyar el diseño del producto, y programas de capacitación entre la academia y la empresa.
- Mejorar sostenidamente el clima de inversión. Hasta el tercer trimestre de 2020 la inversión se había contraído en promedio -16% (BCR), y el clima de inversión mostraba un saldo neto de -66.0 (contra 0.1% del año previo) (ECE). Los empresarios señalan, en primer lugar, la incertidumbre, el COVID-19 y las elecciones, como los principales factores que más afectan.
Para generar certidumbre y favorecer el clima de inversión, se propone lograr acuerdos públicos-privados para impulsar una agenda de acciones de corto y mediano plazo que reduzcan los trámites para facilitar la inversión, impulsar el país como centro logístico bajando los costos de operación (transporte, energía, agua, capacitación), publicar el plan y cronograma de vacunación para inmunización colectiva de COVID-19, y acordar un plan para estabilizar las finanzas públicas para evitar una crisis fiscal.
- Incrementar el acceso a los programas de capacitación. El 89.1% de las empresas grandes capacitaron a los empleados nuevos, mientras que las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME) lo hacen en una proporción inferior, 66%. Sobre las empresas que capacitaron, el 89.5% lo financió con fondos propios, 16% fue con fondos públicos, y 8% con instituciones privadas. Preocupa que el 70% de las empresas entrevistadas no colabora con las instituciones educativas en materia de formación y capacitación (ECE), esto limita las posibilidades de poder competir en la 4RI.
La pandemia, la transformación digital y los desafíos de la 4RI, vuelven muy importante desarrollar las habilidades para aprovechar las nuevas oportunidades y reducir la pérdida de empleo. Será importante incrementar los fondos públicos en capacitación. Una encuesta del Instituto Salvadoreño de Formación Profesional (INSAFORP, 2020), encontró que el 49% de las demandas de capacitación se concentraban en: habilidades interpersonales, informática avanzada, procesos, calidad, seguridad y salud ocupacional, y supervisión y gestión empresarial.
4. Superar una crisis tan severa dependerá de la velocidad de cooperación entre el sector público y privado
“La humanidad se ha desarrollado basada en la cooperación” (R. Axelrod, 1986). La crisis financiera global de 2008-2009 fue superada, en parte, por la coordinación de las autoridades financieras globales, lo cual fue la base para activar medidas simultáneas a principios de la pandemia en 2020. También el país cuenta con experiencia en esa dirección, la severa crisis nacional generada por el conflicto armado fue superada por acuerdos cooperativos entre los dos bandos, que generó un clima de reformas y de certidumbre basados en la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992.
Esas experiencias son vitales, para recordar que un fin como el desarrollo nacional, debe mover las voluntades para acordar acciones que prioricen una agenda de medidas que permitan mejorar los pilares de la competitividad del país; para generar velozmente los empleos perdidos y se logren crear 55,000 empleos formales por año, implica crecer arriba de 6%.
Con las finanzas públicas extenuadas por el alto endeudamiento, la prosperidad de las familias salvadoreñas provendrá de la velocidad de expansión de la producción en los próximos 10 años.