La infraestructura de transporte es clave para aumentar la competitividad y el desarrollo económico y social. Una adecuada infraestructura reduce los costos y tiempos del transporte, y contribuye a mejorar su calidad; además, incide favorablemente en crear un ambiente atractivo para la inversión y el turismo. Por otro lado, tener una buena infraestructura contribuye a la reducción de la pobreza; no sólo a través de la generación de empleo, sino también porque posibilita que las comunidades más pobres tengan un mejor acceso a los mercados, puestos de trabajo, y servicios sociales.