Los países se catalogan como democráticos cuando celebran elecciones libres, periódicas y justas, es decir, cuando hay integridad electoral, real como percibida. Este juicio de valor no solo parte de la autoridad electoral, sino también se complementa a partir de la aprobación o consentimiento de instituciones que, de forma objetiva y ajena a los comicios, dan fe de lo sucedido. Es decir, que la democracia electoral entonces toma legitimidad a partir del reconocimiento de otros sobre el proceso y su apego a la normativa vigente y al cumplimiento de valores democráticos compartidos.

  • Luis Mario Rodríguez